lunes, 5 de abril de 2010
sábado, 3 de abril de 2010
I
La ventana al mundo y su color concha pre crepuscular
su color de siesta, de quietud plácida
su color de siesta, de quietud plácida
a la hora en que me recuerdo infantil
reina maga en el mundo
miro esta espiral hasta mi sexo
hasta adentro
y quiero volar en fragmentos de nácar
enloquece mi sueño en algo que me recuerda a la arena
al canto de la diosa
a su estallido en la frontera entre lo arenoso y el mar
al canto de la diosa
a su estallido en la frontera entre lo arenoso y el mar
tengo algo
tengo lo que quisiera de mis ojos
al morir…
tengo quizá la espuma de la diosa
secándose en mi piel
II
Mañana será hoy cuando lo escriba.
III
Pero hoy hay luz
Hoy tengo calor en el rostro que pasea
La ausencia sale
como solo manifiesta
la palabra.
Lo dijo, ella.
Hoy no quisiera
sino la intuición.
IV
Mi dedo mi huella dactilar
su recorrido laberinto
recorre la piel del vórtice en mi ombligo
y se señala su espiral táctil
indeleble profunda anatomía
buscadora aventurera
de sí misma
la que soy
mi dedo lento no corre
dibujándose esa estancia luminosa
comprendiendo curvaturas
señalando como solo lo intuible
se señala
se comprende
como aquella vez el rabillo del ojo
te intuía
Y el infinito
de lo infinito que es el de - venir -me
Vivirme el re-correrme
en la caricia
...
Por la Plenitud dubitativa vacilante
la carne pequeñita se construye
tenebrosa su consciencia indeseada
su entrada en el mundo
la claridad oscura
la oscuridad esclarecedora
Vive la ausencia
como el signo blanco interrogante donde ponerse a parir.
Parir como quien pinta su mundo en el mundo.
Allí, en este aquí
estamos todos
Aquí se buscan
se llaman los niños perdidos
Los llamados niños perdidos
Abrigando sus ojos
Buscándose
Te veo y me ves y nos aullamos
Estamos aullándonos con los ojos abrigados
Estamos deseosos de sabernos en el aire
de sabernos vivos en esta extraña libertad.