Vine abriendo una puerta de carne
una puerta descubierta de respuestas
una puerta de desnudo incomprendido
Vine abriendo la hendidura mundial
deslizándome por un tobogán sangriento
con aroma fresco y luminoso
a este lugar de tierra y humo
y una cantidad ingente
de encantos escondidos
Vine sin cálculo y sin entender por la palabra
el sonido de yegua desbocada
la tinta derramada sobre mil desconocidos
el olor del romero en mi ombligo
Vine comprendiendo en un silencio de mar
en un silencio de aire, de río, de risas, de pestañeo...
Vine del silencio
a defender una utopía
viviéndola
a ver la sangre y saberla mía
a mirar con la altivez del viento
a besar el brillo que reconocerme
en la mirada
en otros ojos luceros
a enamorarme del mismo grano de luz oculto
del que provengo