que los escuche tan potentes.
Qué milagro sentirlos como el ritmo de un canto gutural,
arcaico, ancestral,
que ocurre muy adentro,
entre los pliegues de la piel,sumergida
en el curso de la sangre, velada entre mis sueños,
mis inciertas profecías,
el misterio revelado de la noche
con el que me encanta hablar en lenguajes no escritos,
y notar arrimarse el instinto,
abrir sus ojos, sus fauces de bestia devuelta a la corriente de la vida.
Cómo a través de esos
mínimos
despiertas
mi deseo, mi curiosidad
abierta al alma
Como una loba que mira a la luna
y sin hablar, se comprenden.
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